NUESTRA DERECHA ES DIFERENTE

 

Si hacemos una encuesta en la calle sobre que se entiende por democracia, la mayoría responderá que es el hecho de poder elegir a nuestros representantes políticos para que gobiernen.

Pero tendrían que saber que un sistema democrático se define también porque estructura los órganos de poder, los organiza, asigna las competencias que tiene cada uno y delimita los campos en que desempeñan sus funciones. Y todos los poderes “emanan del pueblo”, dice nuestra Constitución. Esa es la esencia de un sistema de libertades. Todo lo contrario ocurre en los sistemas autoritarios en los que todos los poderes están supeditados al quién ejerce el poder político.

El concepto democrático de los partidos políticos en Europa se fortalece en una idea de libertad, fruto de un enorme sufrimiento padecido en la lucha contra el poder absoluto asesino que practicaban los nazis y fascistas. Eso supuso que las democracias triunfadoras tuvieran muy claro que el enemigo contra el que hay que luchar es todo aquel que atente contra esa idea de libertad. Últimamente en la elección de la Presidencia de la Comisión Europea se ha puesto de manifiesto este hecho, y aunque no ha sido fácil y ha habido algunas dudas, al final todas las fuerzas democráticas de derechas, liberales, de izquierdas y verdes han formado una barrera que ha impedido que las de extrema derecha puedan tener protagonismo en la gobernanza de la Unión. En cualquier sistema político de libertades existen opciones que defienden los principios que tradicionalmente hacen las fuerzas conservadoras, pero desde el respeto a las reglas de la democracia. Así ha sido en la Europa que resurgió de las cenizas de la guerra, creando el Estado de Bienestar y fundando un ente superior, la Unión Europea, fruto del entendimiento y el diálogo que tantos beneficios nos ha traído a sus ciudadanos. Esto ahora se ve amenazado por el renacer de las fuerzas que utilizan la mentira, resucitan el odio, el racismo, la xenofobia y la intolerancia. El crecimiento de la extrema derecha es un fenómeno que es necesario y urgente que se analice por parte de las fuerzas democráticas y se movilicen para frenarlo.

Si analizamos el comportamiento de esa derecha europea vemos que la nuestra es diferente ¿Por qué no ocurre lo mismo en España? ¿Por qué a la extrema derecha en lugar de aislarla le da la oportunidad de poder gobernar?

En España el origen de esta derecha es totalmente distinto, proviene del franquismo, nuestro fascismo particular. Forzada por las circunstancias que se dieron a la muerte del dictador y ante la imposibilidad de continuar con el régimen crearon un partido, Alianza Popular. Los franquistas irreductibles se agruparon en Fuerza Nueva, Falange Española y otros grupúsculos. Cuando desaparecieron nos preguntábamos si con esto habían desaparecido también los franquistas. Nada más lejos de la realidad, se habían afiliado al Partido Popular, el nuevo nombre de la antigua Alianza Popular. Allí estuvieron hasta que decidieron fundar su propio partido y nació VOX, al mismo tiempo que los movimientos con contenidos extremistas iban creciendo en Europa. El PP en lugar de marcar diferencias con el nuevo partido, ha elegido luchar por recuperar ese espacio de extrema derecha. Esta estrategia lo ha aislado políticamente y le imposibilita para llegar a acuerdos con otras fuerzas de derechas nacionalistas como lo hacía antes.

La urgencia por llegar al Gobierno ha hecho también que utilice a sus jueces afines, con el desprestigio consiguiente para la confianza en la separación de poderes, base de todo Estado de Derecho. Esa actitud se ve agravada por el descaro con que se practica. Es un escándalo que sea de dominio público el tendencioso comportamiento de estos jueces. Podían ponerse muchos ejemplos, pero el último y más descarado es la implacable persecución de un juez de instrucción de Madrid contra la mujer del Presidente del Gobierno, por una denuncia basada en recortes de prensa presentada por una organización de extrema derecha. Se trata de hacer todo el ruido que se pueda, amplificado por los altavoces de los bienpagados medios afines. Todo esto sin guardar el más mínimo decoro. Montar un circo, esa es la idea que tiene de la Justicia esta derecha y poco le importa que el costo sea  la pérdida de credibilidad por parte de la ciudadanía   en el sistema democrático, precisamente ese es el objetivo de la extrema derecha.

Las sensibilidades moderadas y sensatas del PP, que las hay, deben tomar mayor protagonismo y ejercer más influencia en frenar este dislate en las estrategias políticas del partido. Con ese objetivo se nombró a Feijóo, al menos eso se dijo, pero Madrid lo devoró. Ser moderado es una tarea difícil mientras Aznar y sus peones, Miguel Angel Rodríguez, Ayuso y compañía ejerzan de hecho el poder que hasta ahora ha fagocitado toda moderación. Ya sabemos la consigna, “quién pueda hacer que haga...”

Necesitamos una derecha que defienda los valores democráticos, que respete la separación de poderes, que aísle a la extrema derecha que tanto horror trajo a nuestro país. Deben ser conscientes de que la estrategia de utilizar las herramientas del fascismo no destruye a Pedro Sánchez, destruye la democracia tal y como la conocemos.



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