MENTIRAS
Alguien dijo que la primera víctima de la guerra es la verdad. Si eso es así, y tiene todas las trazas de serlo, oír lo que dicen los dirigentes del PP y sus epígonos mediáticos es una señal evidente de que están en guerra. Nunca he escuchado tantas mentiras juntas, tan toscas, tan burdas, tan increíbles, dichas con la mayor frescura y desvergüenza, que además adornan con insultos y descalificaciones. Lo hacen con determinación y a veces con furia. Es una constante en su comportamiento (“Créanme, en Irak hay armas de destrucción masiva” ¿recuerdan a Aznar? Esa fue de las más gordas porque nos metió en una guerra). Me he preguntado por qué las dicen sin inmutarse, sin sonrojarse, ellos que son “gente de bien” (iba a decir tan católicos pero ahora también se han hecho evangelistas). Sin duda van dirigidas preferentemente a sus incondicionales, a todos los que escuchan, leen o ven sus medios que multiplican y adornan aún más los disparates que dicen. Se dirigen a todos aquellos que actúan por los sentimientos, a los que no razonan, a los que les da pereza pensar, a los que carecen de espíritu crítico. Hay que tener unas buenas tragaderas para creer que Pedro Sánchez es un dictador autoritario bolivariano (a saber que diablos quieren decir con eso), que es un Presidente ilegítimo, que pretende subvertir el orden constitucional, que ha realizado un asalto a las instituciones, que ha llevado a cabo un golpe de Estado, que es el Presidente más autoritario de la democracia...; en cambio ellos representan la libertad y los comunistas la esclavitud. Enumerar todas las barbaridades que han dicho y continúan diciendo, algunas inimaginables, no caben aquí.
Se ha dicho en numerosas ocasiones lo que afirmaba Goebels, ministro de la propaganda nazi, que una mentira repetida muchas veces se convierte en verdad. La derecha en nuestro país lo practica con fervor. Mucho me temo que el dirigente nazi llevara razón, lo tenía muy probado porque para llevar a los alemanes a la locura que los metió hacía falta mentir mucho, muchas veces y con mucha convicción.
Siempre la mentira ha formado parte del comportamiento humano, pero se supone que para que surta efecto tiene que parecer creíble. Lo que desconcierta tanto es que a estas derechas les importa muy poco sus dosis de credibilidad. Las dicen para que sean consignas que repitan sus medios afines y sus corifeos que las aumentan aún más (recomiendo oírlos alguna vez, son asombrosos los descalificativos que emplean).Con más impunidad utilizan el mismo procedimiento en las redes sociales en un tour de force por ver quien dice la barbaridad más gorda. Ha habido personas que catalogo de inteligentes y cultas que me han repetido esas mentiras con absoluta convicción de que son verdad, es inútil hacer una llamada a su inteligencia y al razonamiento. No escuchan ni quieren hacerlo. Estas personas tienen una predisposición que está relacionada con el sentimiento de tribu. El mensaje viene de los “míos” y eso no se cuestiona.
Esas actitudes son nefastas para el funcionamiento de la democracia, es muy grave poner en cuestión la legitimidad de un Presidente elegido democráticamente con arreglo a las normas constitucionales, porque lo que se está negando es el sistema democrático. Y eso es muy peligroso. No todo vale. Ya conocemos en nuestro país la tragedia que significa negar un Gobierno legítimo y acabar con medio millón de muertos y cuarenta años de dictadura. Ese camino puede conducir a negar el resultado electoral si no ganan y movilizar a sus huestes para asaltar los órganos de representación de los ciudadanos e invadir un Parlamento para impedir que funcione, como hemos presenciado en EE.UU y en Brasil.
Los principios democráticos se fundamentan en que la diversidad de pensamiento de la ciudadanía esté representada en los órganos de decisión. Para poder llevar a cabo las tareas políticas todas esas visiones deben influir proporcionalmente a su representación, por tanto el diálogo es el instrumento principal de todo régimen de libertades. Si se desautoriza y descalifica al adversario se está atacando al principio que rige el funcionamiento de la democracia.
Quien pretende alcanzar el poder con descalificaciones, insultos y mentiras, se le puede calificar de antidemocrático, por tanto, ¿quién es autoritario y dictatorial? Como dice el viejo refrán español: piensa el ladrón que todos son de su condición.
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