TAMBIÉN HAY BUENAS NOTICIAS
Últimamente no paramos de sufrir con las cosas que escuchamos y leemos. Lo de la pandemia es un clásico que de tanto repetir ya no nos asusta tanto, pero seguimos estando hartos de la mascarilla. Luego está Pablo Casado, permanentemente cabreado, ¿qué le pasa a ese muchacho? Alguien debería decirle que en la vida también pasan cosas buenas y que el resto del mundo no está equivocado. Después está la actitud de la Iglesia, usurpando propiedades, robando vaya, y haciendo la vista gorda sobre los terribles casos de violación y pederastia que han hecho sus curas, tan lejos del evangelio y tan cerca del diablo. El precio de la energía se ha convertido en otro clásico para amargarnos. Estoy seguro que si nos hicieran un test sobre hartazgo, daríamos positivo seguro. ¿Es que no hay noticias buenas que nos alegren un poco, que nos hagan tener confianza en nuestros semejantes? Pues existen, pero están sepultadas entre tanto mal. El año pasado se han creado cerca de 700.000 puestos de tr...