EL PSOE DE ANDALUCÍA SE REINICIA
Las
primarias que celebró el domingo el PSOE de Andalucía ofrecieron un resultado
muy contundente a favor de que hubiera un cambio en la dirección del partido.
Era algo que todos los afiliados, simpatizantes y votantes estaban esperando
desde hace tiempo, concretamente desde que se perdió la Presidencia de la
Junta.
Cuando
Susana Díaz perdió las primarias contra Pedro Sánchez, debió entender, aunque
no lo hizo, que su estrella empezaba a eclipsarse, que no se podía ir tan
deprisa. Debió comprender que los militantes del partido no la querían, que
había escalado con precipitación y malas formas. Consiguió echar a Pedro
Sánchez de la Secretaría General aquel aciago Comité Federal de 1 de octubre de
2016. El golpe de mano que dirigió, junto con otros barones, contra la
dirección democráticamente elegida, fue una victoria pírrica y el comienzo de
su decadencia. Se materializó en aquellas primarias que perdió por goleada. Al año
siguiente también perdió la Presidencia de la Junta de Andalucía, después de 37 años de gobierno ininterrumpido
del socialismo. Por primera vez en la autonomía andaluza el PSOE pasó a la oposición.
Otra persona hubiera abandonado y dejado paso a una renovación porque se
entendía que el proyecto que representaba no era aceptado por la ciudadanía.
Susana Díaz no lo hizo. Continuó
resistiendo hasta que en estas primarias también ha perdido por un
amplio margen, cerca de 17 puntos de diferencia y además perdió en su feudo de
Sevilla. Ahora parece que ha entendido que su tiempo ha pasado, aunque no del
todo. Todavía resiste en la Secretaría General, último bastión que le queda,
aunque dice que abandonará en el próximo congreso del partido. De aquí a final
de año que se celebrará es un periodo muy largo en política, en el que pueden
ocurrir muchas cosas que pueden ofrecerle la oportunidad de renacer.
Esta derrota
duele más cuando durante toda su vida política ha dedicado atención preferente
al interior de su partido. Desde Juventudes dónde empezó, descubrió que había que
cuidar a la militancia por encima de cualquier otra actividad política. Esta
atención le permitió ir escalando puestos de responsabilidad hasta llegar a la
cima en Andalucía. Y creyó que también podía serlo de España. Yo escribí
entonces un artículo que titulé “Que amarren a Susana”, la comparaba con Ulises
que pidió que lo amarraran al poste del barco para poder resistir el canto de
las sirenas. Todas las voces de entonces se extendían en alabanzas hacia ella.
La diosa del socialismo, se llegó a decir. Pero ella no se dejó amarrar y no resistió
el canto de las sirenas en boca de afamados dirigentes y viejos popes del
socialismo. Si se hubiera amarrado hubiera llegado a Itaca, pero hacerlo iba
contra su propia ambición y equivocó el camino. Quería pescar en el río
revuelto que entonces era el socialismo español, por desgracia para ella la
militancia no picó en su encanto y vio que su currículo era muy escaso para
dirigir el partido que era alternativa de Gobierno.
Se puede
decir que se ha acabado el susanismo. El partido lo ha decidido, aunque nunca
nadie logró explicar en qué consistía su proyecto, solo era el seguimiento de
su figura. La herencia es muy negativa. Estos años en la oposición han
permitido que el PP en el gobierno haya crecido en credibilidad y aceptación
sin encontrar apenas resistencia y eso que partía del resultado más bajo de su
historia. Los sondeos apuntan a un crecimiento espectacular en votos, superando
a los socialistas. Un mal escenario para el ganador de las primarias Juan
Espadas.
Pero si algo
ha quedado claro de esta consulta a la militancia socialista es que con Susana
no se podía recuperar la hegemonía política en Andalucía, que hacía falta un
relevo y otro proyecto. Y ese es el reto del nuevo candidato, armar un plan ganador que consiga convencer a los desencantados para que vuelvan a confiar en
el partido que les ha gobernado durante 37 años. Hace falta ilusionar y
transmitir esperanza en que se pueden recuperar unas políticas que han hecho
avanzar Andalucía en modernidad, en igualdad, en aplicación de medidas sociales
y en defensa del medio ambiente. Lo hizo el proyecto de Segunda Modernización
de Andalucía lanzado por Manuel Chaves y que culminó con la reforma del
Estatuto. Ese proyecto fue redactado con la participación de la sociedad
andaluza, fue una redacción colectiva que ilusionó a sus participantes distribuidos en grupos de
trabajo. Tal vez un camino para
recuperar la hegemonía perdida sería redactar un proyecto político alternativo
a la derecha con una participación ciudadana lo más amplia posible. Hay mucho
talento esperando una oportunidad de que alguien lo escuche.
Juan
Espadas no ha crecido en las entrañas
del PSOE, ha llegado a las instituciones aupado por el partido pero por méritos
propios, transmite credibilidad y capacidad para encontrar puntos de encuentro,
algo fundamental en política. Ahora tiene que ahormar un proyecto
participativo, creíble y progresista. En su contra tiene que arranca de un
punto de partida desfavorable y que no tiene mucho tiempo, caso que el PP
decida adelantar las elecciones aprovechando esta situación de transito del
PSOE-A.
Lo mejor que
le ha podido ocurrir a los socialistas es que
han decidió reiniciar su aparato. Ahora el resultado depende de los
programas que instalen.
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