POPES Y BARONES
Es una
costumbre en la izquierda que algunos de los que tienen predicamento en los
medios de comunicación manifiesten públicamente lo que piensan, especialmente
si es contrario a alguna decisión tomada por la dirección de su partido. En el
PSOE lo hacen también contra las decisiones del Gobierno. Naturalmente siempre
encuentran micrófonos dispuestos a grabarlos, además agradecidos del fuego
amigo que proporcionan. Y no será por falta de los argumentarios que se
distribuyen para intentar unificar los criterios que hay que transmitir a la
opinión pública. Pero al contrario de la derecha, que se acuchillan en privado,
los socialistas parecen que disfrutan encendiendo guerras civiles para regocijo
de la derecha, a la que suministran munición para machacar, en este caso, a
Pedro Sánchez.
El Gobierno
puede tomar en breve la decisión de aplicar el indulto parcial a los condenados
por el proceso independentista de Cataluña. Es su responsabilidad y puede
hacerlo legítimamente en base, por un lado a su estrategia de cambiar el
ambiente bélico que predica la derecha, por otro para abrir un diálogo
que pueda conducir a un entendimiento entre los intereses independentistas de
muchos catalanes y el resto de españoles que pensamos lo contrario. Se ha
demostrado que cavar trincheras no es la solución: esto solo conduce al
enfrentamiento y al odio. Precisamente es lo que la derecha aplica, está en su ADN,
el ejercicio de la fuerza frente al entendimiento. Con la aplicación del indulto
se trata de intentar resolver un conflicto que tenemos clavado desde hace mucho
tiempo y hacerlo como lo hacen los demócratas, sin demonizar a nadie y con
mucha conversación. Eso está en el ADN de la izquierda.
Que los
viejos popes busquen púlpitos de la derecha para oponerse al Gobierno, me
parece una deslealtad, por no decir traición, que parece obedecer a fobias
personales y rastreras vendettas. Ya han olvidado cuando estaban en los puestos
de responsabilidad y tuvieron que tomar decisiones que podrían haber sido
contestadas pero no lo fueron, al menos públicamente. Y hubo bastantes, pero se
entendieron que eran decisiones que había que tomar por el bien del país.
Los llamados
barones, los de siempre, también han buscado su oportunidad de manifestar
públicamente su opinión contraria. Ya es conocida su fobia al Gobierno de Pedro
Sánchez y a su persona. Para que se entienda todo conviene recordar que eran
susanistas en las primarias que celebró el partido. No le han perdonado que
ganara y que además hiciera un Gobierno con Podemos, siempre que pueden lo manifiestan. No
entienden los intereses generales de España, ni les interesa, no es su
problema. Ellos, y aquí reside su interés principal, en lo que están realmente
interesados es en salvar su sillón.
La bronca
que montaron los independentistas condenados nos molestó e irritó a muchos que
no entendimos su postura, ni su farsa de referéndum, ni su proclamación de república
independiente. Las duras condenas tranquilizaron a los que querían venganza más
que justicia. Seguíamos sin entender nada de la realidad que se vive en
Cataluña. Siempre se ha analizado partiendo de lo que sentimos y eso nos separa
de la objetividad necesaria para analizar la situación con el ánimo de
encontrar soluciones para la convivencia, porque queremos seguir juntos.
A las
derechas nunca les ha interesado encontrar una solución. La extrema derecha lo
hubiera resuelto mandando a los paracaidistas y a la acorazada Brunete. Pero
los que sí estamos interesados en que se encuentre una solución pacífica
entendemos que un indulto abriría una puerta a la solución, porque demostraría
la buena voluntad del Gobierno de pasar página de aquellos acontecimientos y
reiniciarnos para poder dialogar. La otra parte también ha manifestado su intención
de sentarse a hablar. Creo que lo políticamente correcto es darles esa
oportunidad.
La derecha
va a montar toda la bronca que pueda, es su estilo. Y pretende conectar con la
opinión pública que esté contra el
indulto y fomentar esa opinión entre la mayoría para que provoque un serio
desgaste del Gobierno: su objetivo principal.
¿De verdad
los popes y barones no se han parado a pensar que están apoyando la estrategia
de la derecha? ¿De verdad no saben que
están siendo utilizados para debilitar al Gobierno de izquierdas? ¿Tanto les
molesta que Pedro Sánchez sea el Presidente de ese Gobierno?
Son
preguntas retóricas. Lo que está claro es que los que se han manifestado
públicamente contra la posible decisión del Gobierno son unos anticomunistas
confesos y no han digerido que algunos sean ministros y que Yolanda Díaz haya
conseguido tener un prestigio reconocido por su labor en ese Gobierno. Es ahí
dónde radica otra de las razones de su postura.
La
presidenta de ANC, Elizenda Paluzie, ha manifestado que las medidas de gracia
sería “una decisión política inteligente del Gobierno español contra el
independentismo”. Jordi Cuixart se dio
un abrazo con el ministro Miquel Iceta y manifestó que “el odio y el rencor no
son una posibilidad”. Sería bueno que los díscolos tomaran buena nota de por
dónde van los tiros. Pero creo que prefieren no enterarse.
Para darles
ánimo les recordaré que aún queda la bala de plata del brazo judicial del PP,
que hará todo lo posible para anular la voluntad del Gobierno sociocomunista.
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