EL OBISPO TOMA NOTA
La Ley de
Memoria Histórica aprobada por las Cortes
en 2007, la Ley de Memoria Histórica y Democrática de Andalucía de 2015
y el proyecto de ley de Memoria Democrática que el Gobierno ha remitido al
Congreso para su debate y aprobación, señalan entre sus contenidos la
obligatoriedad por parte de la Administraciones públicas, especialmente de los
Ayuntamientos, de eliminar nombres de
calles y monumentos relacionados con la dictadura franquista. Cuando se ha
llevado a efecto el cumplimiento de la ley, ha generado una resistencia por
parte de la derecha, PP y VOX, que se alinean como sucesores de esa negra etapa
de nuestra historia. Basta con recordar lo que supuso para los nostálgicos el
traslado de los restos del Dictador del valle de Cuelgamuros a un panteón
particular.
En
cumplimiento de esas leyes, el Ayuntamiento de Aguilar de la Frontera ha quitado una cruz de los caídos que se encontraba adosada
a la fachada del convento de las Descalzas. El Gobierno de la Junta, integrado
por PP y Ciudadanos, se ha limitado a especificar que el hecho no atenta a la
integridad del edificio, declarado Bien de Interés Cultural. Un pequeño grupo
de personas se concentró, como acción de protesta, mientras se procedía a su
desmontaje. El Ayuntamiento propuso sustituirla por una escultura del fundador
del convento, pero la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico, que fue
consultada por el Consistorio, lo desaconsejó porque distorsionaba la vista de
la fachada. Hasta aquí la narración de
lo sucedido, que se ha producido con la autorización del Gobierno de derechas
de la Junta de Andalucía. Naturalmente no ha faltado el consiguiente ruido de
la caverna mediática dirigido hacía la alcaldesa “comunista”, para soliviantar
los ánimos.
Pero otra
vez ha sido el radicalismo integrista que practican determinados dirigentes de
la Iglesia de dónde ha partido el ataque más furibundo. El Obispo de Córdoba,
Demetrio Fernández González, que pertenece a ese sector ultra, se sintió
ofendido y ha arremetido amenazante
contra el Ayuntamiento. En una homilía solemne, tocado con la tiara, dijo que
era un hecho que atentaba a los sentimientos y que “se atuvieran a las
consecuencias”, añadió que los cristianos no son violentos pero “tomaba nota”.
El hecho se ha difundido por los medios de comunicación y las redes sociales.
No es para menos, un representante de la Iglesia profiriendo amenazas a un
Ayuntamiento que ha actuado en cumplimiento de la Ley. El “tomo nota” del Obispo es una clara amenaza
y no parece que tenga que ver con Dios, más bien con el César.
Efectivamente,
a su llamada ha acudido rápido su brazo político más aguerrido, VOX, que ha
respondido sin perder un minuto y
ha lanzado una ofensiva feroz, aludiendo
a que se han utilizado “razones memorialistas sectarias”, pidiendo el cese de
la Consejera de Cultura y la comparecencia de la Vicepresidenta del Gobierno
Carmen Calvo, nada menos.
Este obispo
pertenece a la vieja escuela forjada en la dictadura dónde sus colegas antecesores mandaban mucho y ocupaban escaños en las Cortes. Es de los que
les cuesta trabajo entender la democracia y el Estado de Derecho basado en una
legislación que emana del pueblo, no de Dios ni de sus exégetas. Falsifica la
Historia acomodándola a sus intereses de
forma impune, en una entrevista llegó a decir que la Mezquita no la hicieron
los musulmanes sino los bizantinos, por tanto era cristiana (sic).
Con lo bien
que hubiera quedado con un gesto cristiano perdonando la “ofensa” y a los que la cometen.
Claro que para eso hay que creer y practicar el Evangelio, el libro fundacional
de su credo, que podíamos definir como su Constitución, en él se definen los
valores que deben guiar el comportamiento de sus creyentes y sobresalen sobre
todos el amor y el perdón, no el rencor y la venganza.
Me viene a
la memoria la película El rey pasmado de Imanol Uribe, que en
una secuencia en la que están comiendo el Gran Inquisidor (Fernando Fernán
Gómez) y el jesuita Almeida (Joaquín
Almeida), éste último le pregunta ¿Padre usted cree en Dios?, después de una
pausa, le responde el Gran Inquisidor ¿Quiere usted más sopa?
Pues eso.
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