LA DESAPARICIÓN DE LOS CINES
La industria
del cine ha experimentado varios cambios sustanciales en su devenir histórico.
En los principios de su existencia surgieron las grandes empresas en Hollywood,
un lugar soleado de California ideal para
rodar películas. Allí nacieron MGM, Columbia, Paramount, Fox, Universal,
Warner, United Artist y R.K.O., las
llamadas Majors, controlaban no solo
la producción de películas sino también la distribución y las salas de
exhibición, el negocio completo. Tuvo que intervenir la Administración
estadounidense y les aplicó la Ley Antimonopolio, lo que les obligó a renunciar
a las salas de proyección. Al mismo tiempo se entabló una lucha feroz entre
ellas por acaparar los actores y actrices que habían alcanzado la fama y
ficharlas con contratos en exclusiva.
La aparición
en escena de la televisión hizo que se modificara el negocio y se tuviera en
cuenta la nueva ventana de entretenimiento para diseñar sus estrategias de
exhibición. Al mismo tiempo en los años sesenta aparecieron nuevos
protagonistas que compraron las grandes compañías con unas intenciones
diferentes. La mayoría optaron por unirse a cadenas de televisión, caso de
Paramount con CBS, la segunda cadena más importante de EE.UU. Lo mismo hizo
Universal con la cadena de radio y televisión NBC. La transformación también
afectó a Columbia que fue comprada por Metro Goldwin Meyer, ambas devoradas después
por la empresa japonesa SONY. Y apareció en escena como protagonista
indiscutible Disney que compró Fox y creó su propia cadena de televisión. Todos
estos cambios afectaron al sistema de producción de los grandes estudios. El
star system desapareció y aparecieron productoras independientes, algunas de
ellas en manos de afamados directores como Francis Ford Coppola y George Lucas
que fundan Zoetrope; Steven Spielberg que
crea Amblin Entertainment y posteriormente DremWorks, o Clint Eastwood que en
los años sesenta ya había fundado su propia compañía, Malpaso Productions que
colaboraba con Warner. Las salas de exhibición también sufrieron un cambio
importante, surgieron empresas que se fueron apropiando de las salas y se
crearon grandes cadenas para hacer frente a las exigencias que les hacían las
productoras y distribuidoras. Los exhibidores independientes fueron
languideciendo, algunos refugiados en películas de arte y ensayo, hasta
desaparecer.
Esta
apretadísima síntesis de más de 100 años de vida de la industria del cine, por
supuesto norteamericano que es quién marca la pauta a seguir, tiene como
objetivo situar en estos momentos la irrupción de otra importante revolución,
la desaparición de las salas de exhibición, aniquiladas por las plataformas de
televisión.
Warner Bros,
comprada por el gigante de las telecomunicaciones AT&T, ha anunciado que a
partir del próximo año todas sus películas las estrenará en la plataforma de su
propiedad HBO Max, sin pasar por las salas de cine (HBO Max se podrá ver en
España el próximo año). Ya en 1927
Warner revolucionó el cine con la proyección de la película El cantor de jazz, primera película
sonora de la historia. Ahora vuelve a introducir una innovación revolucionaria
que ha agitado las aguas de la industria cinematográfica. No ha sido la única
productora que innova, ya lo ha hecho Disney estrenando Mulan, en su plataforma antes que en las salas de proyección y
vendiéndola a otras plataformas como Rakuten tv. Anuncia que es una excepción
debido a la pandemia del coronavirus que
mantiene los cines cerrados o con escaso aforo. Eso han dicho.
Hasta ahora las plataformas exhiben películas ya estrenadas con antelación en
cines, una condición que ponen las productoras, pero eso está cambiando
rápidamente. El negocio está ahora en las proyecciones en streaming de televisión, porque han hecho las cuentas y
se ahorran: las copias de las películas, que aunque ahora sean digitales
cuestan un dinero, hablamos de miles de copias; el porcentaje que cobran los distribuidores
y exhibidores, más los gastos en promoción y publicidad, entre otros. Todo esto
se lo ahorran utilizando una plataforma de
televisión o creando una propia y lo están haciendo a toda prisa.
El fenómeno
NETFLIX supone un caso aparte, aunque el resultado sea el mismo, saltarse a las salas de cine. Esta plataforma de streaming se ha olvidado de las
productoras tradicionales y ha pasado a producir directamente gran cantidad de
películas y series que conforman su amplio catálogo. La inmensa mayoría son de
escasa calidad dirigidas al consumo de un público poco exigente con el único
objeto de pasar el rato. Hasta ahora el entretenimiento era la base de sus
producciones, diversificándolas entre los diversos países en lo que está
presente, pero recientemente ha dirigido
su política a realizar algunos encargos a directores de relieve para producir
películas de calidad. En 2018 lo hizo con Alfonso Cuarón que realizó Roma, con la que consiguió tres Oscar,
dos Globos de oro y el León de Oro del festival de Venecia. Pero para que fuese
admitida en los Oscar, la Academia de Cine exigió que fuese proyectada en salas, exigencia que cumplió aunque lo
hizo en muy pocos cines y durante escasos días, al mismo tiempo que la exhibía en su
plataforma, su negocio no está en la taquilla sino en captar abonados (más de
183 millones de suscriptores en todo el mundo). Es de agradecer a la vieja
Academia de Hollywood que mantenga esa exigencia, aunque presumiblemente a ese
requisito le quede poco tiempo. A Martin Scorsese le hizo en encargo de El Irlandés una película de la mafia con
un reparto impresionante encabezado por Robert de Niro y Al Pacino, que fue
estrenada directamente en streaming. Este año ha presentado otra gran
producción, Mank, dirigida por otro
grande, David Fincher, sobre aspectos biográficos de Herman Mankiewicz, el
guionista de Ciudadano Kane. Estos
estrenos presentan un aspecto nuevo en
la industria del cine, plataformas de streaming convertidas en productoras y exhibidoras, todo a la vez. Ahí es dónde
está el negocio ahora, adiós a las distribuidoras y a las salas de cine. ¿Cómo
se puede competir con la realidad de ver buenos estrenos de películas sentado
en tu butaca por un costo mucho menor que una entrada de cine?
El camino
emprendido por Warner-HBO, Disney y Netflix ha cambiado el concepto que
teníamos del cine, quedar con amigos para salir un fin de
semana a ver una película y hacerlo como un acto social, después tomar una copa
y charlar sobre lo que habíamos visto. Eso está en vías de desaparición. Solo
nos queda comprarnos un televisor con una pantalla más grande y hacernos las
palomitas. Es el futuro.
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