AMORES QUE MATAN
Hace años un promotor inmobiliario
presentó en el Ayuntamiento un proyecto de Plan Parcial que llenaba de chalets la
falda de la sierra. Al comienzo de la memoria para justificar su propuesta
empezaba diciendo, “El cordobés ama al campo” y por eso él se proponía llenar
la sierra de casas. El arquitecto que informó el proyecto, José Rebollo, apuntó
en el margen “pero hay amores que matan”.
Me ha venido
a la memoria esta anécdota con relación al tratamiento que se le está dando a nuestro Casco Histórico,
Patrimonio de la Humanidad, que es un conjunto de monumentos, callejuelas, plazas…
y personas que lo habitan y le dan la personalidad que tiene, sin ellas deja de
ser lo que es. Ahora las cofradías y las entidades que quieran trasladan sus actividades
allí porque a los cordobeses nos gusta nuestro Casco. Los vecinos que soportan
la avalancha de fiestas se desesperan. No pueden transitar por las calles para
llegar a su domicilio, no pueden sacar ni entrar sus coches en las cocheras, soportan
ruidos, música alta, suciedad, botellones… y ahora el Ayuntamiento ha
autorizado además que la música de las cruces no pare en la siesta, lo que
faltaba, ni siquiera les queda el consuelo de unas horas de descanso. Una vez
escuché a una persona un razonamiento muy cruel, “¡Pues que se muden!” Si lo
hacen las viviendas se convierten en
apartamentos turísticos y desaparecen los vecinos que le dan vida. Al final el
Casco se transforma en un parque temático. ¿Es ese el futuro que queremos para
una de nuestras joyas más preciada? Queremos a nuestro Casco Histórico, pero no
lo matemos con nuestro amor.
Columna de opinión en Cadena Ser.
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