A EMPUJAR
La noticia
de que ya se ha llegado a un acuerdo entre PSOE y UP para formar un Gobierno ha
sorprendido a todos. Primero por la rapidez con que se ha producido (menos de 48 horas), lo que contrasta con las
dificultades insalvables que se arrastraban desde hacía meses, y en segundo
lugar por el brusco cambio de actitud de sus líderes, que han pasado de la
confrontación al abrazo. Tenemos que celebrar que se haya producido ese
fenómeno que encauza la solución del grave problema que atravesamos. Aún queda
mucho camino pero lo más importante es que se ha comenzado a recorrer aunque no va a
ser nada fácil, salvo que los dirigentes de los restantes partidos políticos,
que serán necesarios para dar estabilidad, tengan también la altura de miras de
que lo primero ahora es la gobernabilidad de España.
El panorama de la política nacional ha
cambiado sustancialmente. Se ha terminado el bipartidismo al que estábamos
acostumbrados. El voto a la izquierda del socialismo, representado por IU,
nunca llegó a tener o bien la fuerza suficiente como para influir en las
políticas socialdemócratas o la intención de hacerlo cuando pudo, ya que
colocaba al PSOE en la misma orilla que
el PP. Por el contrario la derecha consiguió aglutinar en torno a los
populares las posiciones más diversas, desde los liberales hasta los
franquistas. Este esquema ha funcionado durante décadas en la nueva democracia
española, hasta que con motivo de la brutal crisis económica del 2008, surge el
15M y su concreción en PODEMOS, nace con fuerza, devora a IU y ahora sí pone
en cuestión el status bipartidista. A esto se uniría después la división de la
derecha con el nacimiento de CIUDADANOS y desde el 10N el brutal incremento de
la extrema derecha.
Esta
realidad ha costado trabajo admitirla, aunque ya se había producido en Ayuntamientos y Comunidades Autónomas. La realidad es que nos podemos olvidar de las
mayorías absolutas y de los gobiernos en
solitario a los que estábamos acostumbrados. De ahí la importancia del acuerdo
tomado el pasado día 12 entre las fuerzas de la izquierda. Se ha realizado con
rapidez porque era la única solución posible, puesto que no se podían volver a
repetir otra vez las elecciones, a esto se añade el peligro que entraña el crecimiento
inusitado del neofranquismo.
El Gobierno que se forme lo hace en unas
condiciones muy duras y será acosado
desde distintos frentes políticos, económicos y sociales que no van a
escatimar medios para derribarlo cuanto antes.
Lo primero
que tienen que tener presente sus miembros es que deben formar UN SOLO GOBIERNO. Para resistir los duros ataques que le esperan
solo es posible desde una férrea unidad de acción. Todos tienen que defender con
firmeza todas las decisiones que se adopten, aunque no sean las propias. Eso
exige una fuerte cohesión entre sus
miembros y evitar en todo lo posible que las discrepancias que surgirán entre los socios, provoquen una
crisis.
Esto último es
especialmente importante porque van a recibir ataques furibundos desde diversos
ángulos que pretenderán dividirlos. Ya han comenzado con una ferocidad
inusitada, con durísimos mensajes en las redes sociales. La derecha es así,
cuando no gobierna ataca sin freno y harán lo imposible por demostrar el
desastre que supone ser gobernados por la izquierda. Esta vez el PP se verá
reforzado por los neofranquistas que serán aún más
bestias (ya dicen que volveremos a la cartilla de racionamiento).
Cuentan con
los medios de comunicación afines que ya están en campaña de descrédito que
acentuarán a medida que se vaya conformando el Gobierno y estallarán cuando se
empiece a tomar decisiones.
Al poder
económico, los bancos y las grandes empresas del IBEX, no les gusta nada el
pacto acordado, desconfían de que unos rojos bolivarianos estén en el Gobierno
y tomen medidas que afecten al control que ellos ejercen tradicionalmente sobre
la política, o directamente perjudiquen sus intereses. También van a hacer todo
lo posible para acortar cuanto antes la existencia de este Gobierno.
Tampoco conviene despreciar el hecho de que en el
interior de las filas de ambos partidos hay sectores que no ven con buenos ojos
la compañía del socio.
Y luego está
en incendio de Cataluña que merece un análisis aparte. A todo esto que hay que
añadir la inquietud que despierta la amenaza de una próxima crisis económica
que se dibuja en el panorama.
Se puede
afirmar que la situación no es la más propicia para ensayar por primera vez, un
Ejecutivo de coalición porque para este momento se requiere un Gobierno fuerte,
cohesionado y alejado de experimentos inciertos. Pero la ciudadanía ha
repartido cartas y hay que jugar con las que han tocado.
Lo más importante es que los votantes de la
izquierda se movilicen y defiendan en las redes, en los medios de comunicación,
en la calle, en los bares, en todos los ámbitos sociales, las decisiones del Gobierno. Las
circunstancias requieren todo el apoyo posible del espectro progresista. No es
el momento de fijarse en las diferencias, hay que tener siempre presente que el
fracaso de este Gobierno trae consigo que en el próximo esté el neofranquismo.
En este envite nos la jugamos todos.
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