HACE 25 AÑOS DE LA ESTACIÓN
El día 9 de
septiembre de 1994 tenía lugar todo un acontecimiento para Córdoba, la
inauguración oficial del la nueva estación de ferrocarril presidida por el Rey.
Era la culminación de un proceso que había durado más de 15 años, que había
comenzado en la última época de la etapa predemocrática y que supuso un
verdadero suplicio para los cordobeses. Las instalaciones ferroviarias cortaban la ciudad y convertían en una odisea
la comunicación de los barrios situados
al norte de las vías. Para los más jóvenes es difícil de entender la existencia
de aquella Córdoba en blanco y negro, la de los pasos a nivel de las Margaritas
y los Santos Pintados. Unos pasos a nivel dónde los ciudadanos se saltaban las
barreras hartos de esperar que los trenes terminaran sus maniobras, lo que
costo no pocas vidas. La del viaducto del Pretorio, en ruinas, soportando un
tráfico de 40.000 vehículos cada día, con colas interminables para pasarlo en
horas punta, en el que cuando se cruzaban dos autobuses, uno de ellos tenía que
ocupar la acera porque no cabían. Cuando contamos hoy la historia de LA
ESTACIÓN a los que no conocieron por su edad esa situación que tuvimos que
padecer, no se explican por qué se tardó tanto en resolver un problema tan
crucial para la ciudad. La explicación es bien sencilla, la operación que
resolvía el problema liberaba 50 hectáreas de terreno al trasladar al Higuerón la
estación de clasificación de mercancías y soterrar las vías a su paso por la ciudad. 50 hectáreas quedaban vacías en el centro de la ciudad. En el Gobierno municipal nos
empeñamos en que esos terrenos tenían que
ser gestionados por el Ayuntamiento para
conseguir el máximo beneficio para la ciudad. Ese fue el mayor obstáculo que
hubo que sortear. Las discrepancias en el modelo de trazado ferroviario no eran lo más importante. No podíamos en modo alguno renunciar a lo que creíamos que
era nuestra obligación, realizar una política urbanística ordenada en un lugar
tan central y tan extenso dónde aplicar un modelo residencial con vivienda
pública y que las plusvalías que generara sirvieran para invertirlas en la otra
gran barrera de la ciudad, el río.
En los
primeros nueve años de democracia municipal, el Ayuntamiento se encontró
sólo frente al resto de administraciones públicas que torpedearon todos los
intentos municipales para desbloquear la situación. Solo contamos con la
ciudadanía cordobesa, nada menos, que arropó a sus representantes municipales,
organizó manifestaciones y llegó a cortar el tráfico ferroviario en varias
ocasiones. En una de ellas los líderes del movimiento vecinal, Juan Perea,
Francisco Mayorgas, Diego Aguilar y José Luis Marquez, se encadenaron a las
vías, lo que les costó un proceso penal del que fueron absueltos. La lucha
vecinal en apoyo de su Ayuntamiento, junto a la cercana fecha de 1992 dónde tendría lugar en Sevilla la
Exposición Universal y la necesidad de que el AVE llegara a tiempo, la
imposibilidad de poder cambiar el Gobierno municipal en las urnas (IU volvió a
ganar en 1987) o en una moción de censura posterior, consiguió que tanto el
Gobierno central como el autonómico y RENFE admitieran la postura del
Ayuntamiento y se firmara el convenio el 6 de marzo de 1989 que ponía fin a la
pesadilla que supuso este largo y tortuoso camino.
Hoy podemos
contemplar el resultado, Una nueva fachada de la ciudad, los amplios jardines
que terminan en el magnífico edificio de la estación, una obra realizada por
los arquitectos cordobeses Jorge Benítez, José Miguel Asensio y los hermanos
Ángel y Gabriel Rebollo. Mereció la pena resistir los ataques y las presiones
para que el final quedara la obra más importante del siglo XX que transformó la
ciudad.
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