CAMINO A LA IRRELEVANCIA
En estos
días me han parado por la calle varias personas y me comentan que echan de
menos a los “políticos de antes”. Los de ahora son un desastre, dicen. Yo
también pienso igual, pero no lo manifiesto, les respondo que eran tiempos muy
difíciles que requerían que se priorizaran conceptos de Estado, y todos fueron
conscientes de anteponer el interés general frente a los partidistas. Eran
conscientes también de que estaban
construyendo un nuevo sistema de libertades para sustituir la autarquía
franquista y que había que hacerlo de forma pacífica. Todos cedieron en sus
principios y trabajaron por el bien común, el resultado fue la firma de los Pactos de la Moncloa para
resolver entre todos la difícil situación económica, la implantación de la
democracia y su consolidación posterior.
En las
primeras elecciones locales de 1979 ganó en Córdoba el PCE, con mayoría simple,
el pacto PSOE-PCE que se formalizó a nivel del estado garantizó la mayoría
absoluta a un gobierno formado por ambas fuerzas políticas. Sin embargo, el PCE
invitó a la UCD a participar en la redacción de un PROGRAMA de gobierno para la
legislatura. Se redactó el programa en el que también participó el PSA, se aprobó
en un Pleno, se publicó y en el gobierno tomaron parte representantes
de todas las fuerzas políticas. Sin duda eran otros tiempos. El ejemplo y el
trabajo de los primeros ayuntamientos democráticos fueron pieza fundamental en
la consolidación del nuevo sistema.
Hoy la
situación es bien distinta. Ahora se trata de salvar la credibilidad de la
democracia entre la población, harta de que se le convoque a votar y que sus
representantes antepongan sus intereses partidistas al de los ciudadanos. El problema está en que no tienen conciencia del mal que se está
haciendo. La ciudadanía, que en su mayor parte está interesada en sus cosas,
está a la espera de que se tomen decisiones para resolver sus muchos problemas,
algunos muy graves como poder llegar a fin de mes. Frente a esto se encuentra
con que se nos amenaza con otras elecciones porque PODEMOS quiere que su jefe
de filas sea Ministro a toda costa.
Mientras
tanto todos los sabios tertulianos y los menos sabios, que somos los demás,
estamos enredados en discusiones, unos en los medios de difusión y otros en los
bares, sobre quién tiene razón, si Pablo Iglesias apretando con su propuesta,
Pedro Sánchez resistiéndose a aceptarla, Rivera con sus desplantes o Casado
haciendo de Rajoy.
Nos hemos
quedado mirando al dedo y no a la Luna. No se tiene conciencia del mal que se
está haciendo al propio sistema democrático. Hasta ahora de una manera u otra
la ciudadanía encontraba respuestas a sus problemas y la sociedad ha avanzado
aunque aún quede mucho camino por recorrer. Pero el deterioro de la economía
familiar, la falta de horizonte para las nuevas generaciones, la insufrible
desigualdad, unido a este bloqueo político que impide cualquier solución, hace
que la población mire hacia otras opciones políticas alejadas de los principios
democráticos, como el neofranquismo de VOX, o simplemente deje de acudir a las
urnas, total para qué. Todos son iguales, van a lo suyo. Las exigencias y el
desencanto siempre están en los votantes de izquierdas.
Quizás una
solución sería aplicar los mismos
principios que se emplearon en construir el andamiaje democrático. Empezar por
tomar conciencia de la gravedad del problema por parte de las dos fuerzas de
izquierda, que son las que tienen la responsabilidad de armar la base de un
gobierno, después tener una decidida voluntad de encontrar una solución, a
continuación llegar a un acuerdo
programático y por último acordar las responsabilidades que tiene cada uno en
la formación de ese gobierno. Por ese orden. Así lo hicimos nosotros, así se ha
hecho siempre y ha funcionado. Eso requiere que se tenga confianza en el
cumplimiento de los acuerdos, que no existan imposiciones, que se sea
consciente de la representación que cada uno ha obtenido en las elecciones (Es
absurdo que la única representante de PODEMOS en La Rioja pida tres
consejerías, de ocho que hay, para apoyar a la candidata socialista) y sobre
todo, que se piense en la ciudadanía y en el estropicio que se causa a la
credibilidad de la democracia si el desencuentro conduce otra vez a las urnas.
El PSOE
tiene que resolver una difícil papeleta, evitar el acorralamiento que practican
las derechas para que pacte con los independentistas, terroristas y comunistas,
el eje del mal, para después acusarle de haberlo hecho.
PODEMOS debe
explicar por qué quiere a toda costa poner el carro delante de los bueyes, por
qué exige formar parte del gobierno sin acordar antes un programa. Sí, ya
suponemos que es porque no se fían que
los socialistas cumplan lo pactado, pero ¿realmente es solo eso? ¿No será
también la necesidad que tienen de recuperar espacio político y hacerlo desde
la cúpula del poder ya que lo están perdiendo por la base? Para eso es
necesario que su líder ocupe un puesto relevante en el gobierno y demuestre
cómo se hacen las cosas desde la izquierda verdadera, la de ellos.
Su postura
que parece irrevocable, empuja también al PSOE a buscar alguna ayuda en la
derecha para evitar una repetición electoral. Inmediatamente viene la acusación
de PODEMOS de que buscan la solución con
la derecha.
Mientras
tanto el cabreo ciudadano crece y ya avisa de que si hay otras elecciones van a
pasar. La derecha complacida contempla
el espectáculo, les están haciendo el trabajo electoral.
En la
película La vida de Brian (1979), el Frente de Liberación de Judea
decide secuestrar a Poncio Pilatos, y el Frente Judaico Popular tiene la misma
idea, cuando van a realizar el secuestro ambos grupos coinciden en los
subterráneos del palacio del gobernador romano y surge entre ellos una
encarnizada lucha por protagonizar el secuestro. La confrontación es
contemplada por dos soldados romanos que apoyados en sus lanzas ven como se
matan entre ellos, no hace falta que intervengan para defender al gobernador. Esta película en su conjunto es todo un
tratado en clave de humor de cómo no debe comportarse la izquierda, pero
cuarenta años después seguimos igual y ya no tiene gracia este despropósito.
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