NO ES LA LEY, SON LOS JUECES
La aprobación de una ley por el órgano legislativo supone la respuesta a una realidad social que requiere ser regulada. Siempre se tiene en consideración los diversos aspectos que puede presentar esa realidad para intentar incluirlos, pero nunca podrá ser una redacción exhaustiva que contemple todas las circunstancias. En primer lugar porque es imposible poder encorsetar la dinámica social, que introduce de manera permanente cambios en sus comportamientos y en segundo lugar porque si se pudiera realizar una regulación tan exhaustiva que pudiera contemplar la absoluta totalidad de los supuestos que se pudieran dar, haría innecesario el poder judicial, la justicia sería aplicada mediante un trámite administrativo y podría impartirse de forma automática por un ordenador. Ya le gustaría a más de uno que eso fuese así y que pudiera tener en sus manos el mando del ordenador. Aquí ya pasamos por algo parecido a eso pero más cutre. Un sistema democrático funciona...