UN ATAQUE AL ESTADO DE DERECHO

Así es cómo definió la fiscal del caso Gürtell la actuación corrupta del Partido Popular por su financiación ilegal, como un ataque al Estado de derecho, nada más y nada menos. Con anterioridad, un juez definió estas actuaciones como “prácticas mafiosas”. En su informe final, la fiscal expone como hechos probados que Jesús Sepúlveda, su esposa Ana Mato y el Partido Popular, se beneficiaron del cobro de comisiones por adjudicación de obras que sirvieron para  pagar coches de lujo, viajes y fiestas del entonces matrimonio Sepúlveda-Mato y añade “abrumadoramente acreditada” la existencia de una caja B del PP para financiar campañas electorales. Y esto no ha hecho nada más que empezar, detrás viene el desenlace de las incontables corrupciones que ha practicado el partido que preside Mariano Rajoy, el paladín defensor de la legalidad.
Esta noticia, que hubiera ocupado las primeras páginas de los periódicos por su extrema gravedad, se ha visto relegada a páginas interiores y apenas comentada porque ahora lo que preocupa es el proceso independentista de Cataluña, con Puigdemont  a la cabeza, y su declaración unilateral de independencia, otra vulneración grave del Estado de derecho. La cruel paradoja es que un Partido sobre el que pesa estas graves acusaciones de incumplimiento de la legalidad, se arrogue el ser paladín de la defensa de la Ley. Lo nunca visto.
Tampoco es noticia ya los casos de corrupción del Palau, Banca Catalana, ITV, etc., de Convergencia y Unió, que cambió de nombre, ahora se llama Partido Demócrata de Cataluña, para disimular, cómo si no fuera con ellos. Ya no se habla de que su líder fundador Jordi Pujol, su familia y amigos se lucraran del 3% de las comisiones que cobraban por la adjudicación de obras, ni que evadieran capitales a Andorra, ni que el primogénito de la familia se encuentre en prisión por ser un corrupto. Nada de eso es importante.
Dos familias políticas corruptas enfrentadas por defender la legalidad.  ¿Ha pasado esto alguna vez en la Historia? Pero lo más sorprendente es que ni los partidos políticos, ni los medios de comunicación le prestan atención. Todos nos angustian con lo que puede pasar en Cataluña. Y es grave lo que está pasando, sin duda. Pero esta situación inédita en nuestra democracia, nos hace pensar  que lo peor está por venir. Frente al desafío enloquecido de los independentistas y las respuestas duras del Gobierno de Rajoy, no dejan espacio alguno para propuestas que bajen la tensión. De nada sirvió la respuestas en el último escrito de Puigdemont a Rajoy indicando que no había declarado la independencia, como todos sabíamos, tampoco se ha tenido en cuenta las recomendaciones del PSOE al Gobierno de que, en caso de necesidad, se aplicara el artículo 155 con mesura. Da la impresión de que se quiere llegar al límite y no buscar un espacio de encuentro.
Por el camino que han escogido, este problema nos va a tener ocupados y preocupados mucho tiempo más, mientras tanto la maquinaria judicial continuará su camino, confirmando lo que ya sabemos, pero nadie le prestará atención. Al Partido Popular le ha venido de maravilla esta situación, se oculta el grave problema de corrupción que padece y de camino da satisfacción y alimento al nacionalismo español más rancio, es decir, a sus seguidores y mientras tanto nosotros continuaremos sufriendo el desasosiego y comentando si hay que dialogar o mandar a Cataluña la Legión y la acorazada Brunete. No es broma, yo lo he oído.


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