EL AMOR Y EL VOTO

Quedan pocos días para que la situación política del país desemboque en unas terceras elecciones. Nadie quiere aparecer como responsable del fracaso de no poder llegar a un acuerdo que las impida, después de casi un año sin gobierno. Pero la derecha y sus grupos mediáticos, con notables refuerzos de última hora, han conseguido que todo apunte a que el responsable de ese fracaso es el PSOE. Jamás se había producido una circunstancia tan peculiar en la que una fuerza política  que representa la alternativa de izquierda fuera responsable por no facilitar un gobierno de la derecha. Especialmente de esta derecha corrupta, que ha practicado unas políticas crueles con los más desfavorecidos de la sociedad. La paradoja llega al paroxismo cuando se le exige que facilite ese gobierno en un escenario en el que se están juzgando sus casos de escandalosa corrupción y malversación de dinero público en su propio provecho. Es decir, el PP comete los presuntos delitos y las consecuencias las paga el PSOE. Increíble. Sin embargo esa es la situación que tienen que resolver los socialistas de manera inmediata. Los que propiciaron el golpe de mano para echar a Pedro Sánchez de la Secretaría General, defienden que lo hicieron porque ahora había que pensar en el bien general por encima de los intereses del partido, hay que facilitar que Rajoy continúe en el poder “por el bien de España”, dijeron.
Pero ¿es ésta la decisión que más favorece a los españoles? ¿No hubiera sido mejor que el PSOE cumpliera su misión, en la que confiaban sus votantes, de que intentara armar un gobierno alternativo, por difícil que fuera? No deja de ser significativo que las “líneas rojas” se establezcan para negar una negociación con las fuerzas nacionalistas y sin embargo no existan para apoyar a esta derecha reaccionaria y corrupta.
Los intereses de muchos españoles quieren ser representados por los principios que dice defender el PSOE. El trabajo realizado cuando gobernó, consiguió un país más moderno y con más igualdad, es lo que se espera de la socialdemocracia. Sin duda cometió errores en la gestión a comienzos de la crisis. Nadie esperaba que tomara medidas contrarias a sus principios y a su programa, y lo pagó muy caro en las urnas. Desde la oposición intentó volver a su perfil, aunque no recuperó  el descrédito que sufrió y que dio paso al nacimiento de nuevas fuerzas políticas nucleadas en torno a Podemos. Desde entonces el PSOE navega entre crisis de liderazgo y de orientación política que han hecho aflorar con fuerza las dos almas que siempre han convivido en su seno, la socialista y la liberal.
En mi opinión creo que en estos momentos de profunda crisis de identidad por la que atraviesa el socialismo, habría que recuperar los principios que lo identifican, cueste lo que cueste. Y desde ahí comenzar una etapa de recuperación de la credibilidad, una tarea dura, lenta y constante con resultados a medio plazo. El principio es dejar muy claro que  es la alternativa política y que en ningún caso, por acción u omisión, propiciará un gobierno de la derecha.
El “bien de España” no es dejar gobernar a Rajoy, es no dejar a millones de españoles sin una opción política que votar.
En la película “El Presidente y Miss Wade” de Rob Reiner (1995), el Presidente de EE.UU. (Michael Douglas) retira del Congreso una ley ecologista que defendía su novia (Annette Bening). Ante el profundo disgusto de ésta, le pregunta si había perdido su amor por esta acción, a lo que ella le respondió: “Ha perdido usted algo más importante que mi amor, Sr. Presidente, ha perdido mi voto”. Pues eso.



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