LAS RAZONES DE ESTADO DEL PSOE
Atravesamos
uno de los momentos más difíciles de la democracia en España y la guerra
interna desatada en el PSOE agrava aún más la situación. La causa que nos ha
traído hasta aquí ha sido, fundamentalmente, la actitud que el gobierno socialista mantuvo frente a la
crisis del 2007. La posición de “Estado” que
adoptó, y que hizo que aceptara las medidas
que le pedían los mercados y Bruselas, le supuso renunciar a su programa y
trajo consigo el sufrimiento para mucha gente, como siempre los más
desfavorecidos. El PSOE perdió la credibilidad, el Gobierno y una gran parte
del espacio político que ocupaba. La consecuencia inmediata fue que el PP obtuvo la mayoría absoluta y dejó el campo libre para
que los aventureros de la política ocuparan el espacio que nunca tendría que haber abandonado. De
aquellos polvos estos lodos.
Esta situación ha desnaturalizado a la
socialdemocracia y el resultado ha sido el descrédito que arrastra desde
entonces y que se refleja en los malos resultados que ha obtenido en las distintas
convocatorias electorales celebradas desde entonces. La percepción que se tiene
es que los valores de la lucha contra la desigualdad y la defensa de los más
desfavorecidos, ya no la representa el socialismo. Este camino que se tomó en
su momento, barrió de un plumazo el trabajo llevado a cabo durante décadas y
que desarrolló este país como nunca se
había conocido antes, con importantes avances en políticas de modernización,
redistribución e igualdad.
Esa
desconfianza se materializa en el crecimiento de las nuevas organizaciones
políticas agrupadas en torno a Podemos, donde se concentran las
reivindicaciones más diversas, desde los nacionalistas hasta los antisistema.
Un magma difícil de definir y con objetivos difusos para que todos encuentren
acomodo y cuyo principal objetivo es ocupar el espacio político que ha perdido
el PSOE.
Que los
socialistas recuperen ese espacio
perdido es necesario para dar estabilidad política al sistema y que el votante
de izquierda se sienta representado, pero requiere de tiempo y una actitud
política clara. Eso supone sacrificio y levantar la vista del suelo, o como se
dice ahora poner las luces largas. Por desgracia para todos, las circunstancias
actuales no parecen indicar que ese camino se vaya a tomar, no todos dentro del
partido están en esa idea. Las dos almas
del PSOE, que siempre han convivido, unas veces de forma pacífica, las menos, y
otras de forma violenta, están es estos momento en puertas de sumir al partido
en una crisis de consecuencias imprevisibles.
La actitud
que ha adoptado Pedro Sánchez de convocar unas primarias y un Congreso Federal, con el
objetivo de conseguir la unidad, ha hecho estallar a los que vienen desde el
pasado año deseando echarlo de mala manera. Son los que defienden que hay que
abstenerse, y hacer posible que gobierne Rajoy por el bien de España porque se necesita
urgentemente que haya un Gobierno. Una razón de Estado. Exactamente igual es lo
que piensa el PP, los poderes económicos, los financieros y los mediáticos,
perfectamente sincronizados, que están empujando como una manada de lobos ¿Ya
se nos ha olvidado que fue una razón de Estado la que nos trajo a esta
situación?
En estos
momentos, si se quiere recuperar el espacio político perdido hay que empezar
por el principio, estar contra la derecha, especialmente contra esta derecha
corrupta y sin alma. Es decir, hegemonizar el territorio de la izquierda de
forma nítida. No confundir a la gente más de lo que ya está. El PSOE es la
única fuerza política que puede hacerlo y es absolutamente necesario que lo
haga.
El acuerdo
del último Comité Federal pareció dejar
las cosas claras, no propiciar un Gobierno de PP por acción u omisión. Acuerdo
que ha cumplido escrupulosamente el Secretario General, con una absoluta
convicción. Ahora algunas voces, las que se amparan en las razones de Estado,
se han alzado pidiendo que “hay que reflexionar”, que no se puede ir a otra
convocatoria electoral y que intentar liderar la formación de un gobierno
alternativo es una locura, es decir que hay que permitir que gobierne Rajoy, o
sea, que se deje de ser la alternativa de gobierno, la razón de ser de la
izquierda.
Si esta
postura gana y se permite que Rajoy sea Presidente, también habrá que permitir
que los Presupuestos Generales que presente el PP salgan adelante, igual habrá
que permitir que las condiciones draconianas que impone Bruselas se pongan en
práctica. Y renunciar a las derogaciones de la leyes como la reforma laboral,
la ley mordaza, la ley Wert , los recortes en Sanidad, en Educación, etc. ¿De
qué sirvió que en las campañas electorales se haya dicho hasta la saciedad que
todo eso iba a cambiar, si ahora se permite que continúen en vigor? Un hachazo
a la credibilidad del Partido que puede ser definitivo.
El mismo
trance es el que ha atravesado el laborismo británico. Cuando un grupo numeroso
de diputados se opuso a las políticas de su secretario general, Jeremy Corbyn, provocaron un serio conflicto que se resolvió
convocando un congreso en el que los militantes apoyaron con una mayoría
aplastante a su líder. En estos momentos de crisis e incertidumbre la gente
exige claridad en la defensa de los principios por los que se apuesta. No es
sólo una cuestión de liderazgo, es política.
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