EL FINAL DEL PRINCIPIO
El domingo
próximo los andaluces abrimos la larga temporada de elecciones que tenemos por
delante este año. Es el final del principio. Esta vez hay expectación por la
novedad que supone el irresistible ascenso de Podemos y Ciudadanos con la
consecuente puesta en cuestión del
tradicional mapa político que existe desde la transición.
En la
campaña electoral esperábamos que las nuevas fuerzas políticas aportaran
novedad y que se aportara imaginación, como requiere el nuevo tiempo que
vivimos. Esperábamos, yo al menos, que esta campaña se distinguiera por un
debate de propuestas, una confrontación de ideas, pero de eso se ha oído muy
poco, tal vez porque no vende en los
medios que creen que la política-espectáculo es lo que le gusta a los votantes
convertidos en espectadores, por tanto hemos tenido descalificaciones, críticas
ácidas y algún que otro rebuzno. Nada nuevo. Yo creo necesario eso tan poco visto como los debates de ideas, de
compromisos serios y contrastados, de confrontación de programas. Pero la
basura televisiva del vocerío barato ha contaminado también la seriedad que
requiere el análisis político. Y los nuevos también han optado por entrar a ese
trapo, en lugar de refrescar el ambiente y que se les vea diferentes ya desde
el principio. A lo mejor es que no se puede hacer de otra forma. Así es que la
campaña ha transcurrido como siempre, y en los encuentros televisivos, se ha
perseguido algo tan estúpido como ganar el debate, como si esa fuera la meta a
alcanzar, cuando lo importante es tener la capacidad de convencer con
argumentos, sin insultos. Me queda la incógnita del trabajo desarrollado en las
redes sociales, pero me pega que también adolecen de lo mismo, de profundidad,
al menos las que a mí me llegan.
Las encuestas nos dicen que el conjunto de la
ciudadanía va a dar el mayor respaldo al PSOE pero sin mayoría absoluta; un
merecido castigo al PP; una presencia significativa de Podemos; la aparición de
Ciudadanos; un descenso de IU y una vez más, la ausencia del Partido
Andalucista y de UPyD. Esto dibuja un mapa político nuevo en Andalucía que
requiere una estrategia política de diálogo y acuerdos. Si las urnas refrendan
las encuestas, la máxima responsabilidad de la gobernabilidad recaerá sobre el
PSOE.
La pregunta que
se hacen todos es ¿con quién pactará? O más bien ¿Será posible formalizar un
acuerdo de gobierno? La respuesta que tiene todas las papeletas es que no, que
no habrá pactos y que no habrá acuerdos de gobierno. En la composición del
Parlamento que previsiblemente va a salir, no es imprescindible llegar a pactos
para garantizar la gobernabilidad. Dicho de otra manera, no se dan las
condiciones para que se repita la pinza entre PP e IU que protagonizaron Arenas
y Rejón en 1994. Tampoco sería posible la aplicación de esa teoría enloquecida
que defendió el líder de IU de "Gobernar desde el Parlamento”. Conviene
recordar que aquello duró dos años, que fueron muy duros y acabó mal para sus protagonistas. Por otra parte, nadie
va a señalarse ahora en un pacto que defina una posición que le reste
posibilidades en todo lo que queda de elecciones este año.
Se puede
gobernar en minoría con acuerdos puntuales buscando el consenso en propuestas
concretas. No sería la primera vez que se hace en nuestra democracia. Esto exige
un trabajo de diálogo permanente y a veces duro
que persiga la búsqueda del acuerdo, pero eso es la esencia del sistema democrático. Las mayorías absolutas no
resisten la tentación de aplicar algo tan antidemocrático como el “vae victis”
de los romanos, como si las minorías no representaran a nadie. La derecha lo
aplica siempre que puede, un buen ejemplo es el Gobierno actual.
Lo que en
Andalucía se atisba es que comienza un periodo nuevo donde se gobernará de otra
manera y estoy convencido de que será muy beneficioso para los ciudadanos.
Comentarios