A Susana le sale bien la maniobra


Una de las características de un buen político es tener capacidad para arriesgarse, siempre que se tenga un poco de sentido común, porque si es un descerebrado puede ser una catástrofe. Conocemos algunos ejemplos.
Sin duda Susana Díaz ha demostrado que posee un sentido del riesgo pensado y medido. Disolver el Parlamento y convocar elecciones de manera imprevista se catalogó como una maniobra de alto riesgo para ella y el PSOE. En un escrito anterior la califiqué de una maniobra inteligente. Como demuestra el resultado, le ha salido mejor de lo esperado. Las encuestas anunciaban  una importante pérdida de voto socialista un desplome del PP e IU y una irrupción importante de PODEMOS y CIUDADANOS. Agotar el año de legislatura que quedaba suponía un mayor desgaste del PSOE en el gobierno y darle más tiempo a las fuerzas emergentes para organizarse. Estaba claro que el adelanto era la mejor de las bazas que se podía jugar.
El resultado electoral del pasado domingo ha confirmado la tendencia que auguraban los sondeos con algunas particularidades que han sorprendido.
El PSOE resiste el empuje de los nuevos, sólo pierde 120.000 votos (un 4% de bajada) pero mantiene los 47 parlamentarios que tenía, los sondeos a pie de urna le daban un máximo de 44. El PP se hunde, pierde medio millón de votos (14%) y 17 escaños, se queda en 33.  Era de esperar porque el “refuerzo” que hizo en la campaña Rajoy y los miembros de su Gobierno con promesas que sonaban a las mentiras de siempre, han hecho un roto en la estrategia de su líder andaluz Moreno Bonilla que se esforzaba por dar una imagen de moderación y centrismo.
Izquierda Unida ha sido la otra gran derrotada, ha perdido 7 parlamentarios y llega justo a los 5 escaños para formar grupo parlamentario. Este descalabro lo argumentan por su presencia en el Gobierno. Pero no es la única razón, ni la más importante, puesto que esto se veía venir desde que perdió el contacto con la gente cuando más se necesitaba una fuerza  alternativa a las políticas  que estaban destrozando a la ciudadanía y ese espacio lo ocupó PODEMOS. Cuando se quiso rectificar ya era tarde. Es verdad que optó por formar parte del Gobierno para desde allí tomar medidas que frenaran las injusticias que el PP estaba causando,  pero cuando empezaba a hacerlo Susana Díaz disolvió el Parlamento.
Las expectativas que despertó PODEMOS se han cuantificado en 15 parlamentarios y ha supuesto un desencanto para muchos de sus seguidores ya que se habían puesto la meta de ganar y así lo han expresado en las redes sociales que tan bien dominan. Solamente desde un escenario de revolución democrática se podría tener el apoyo ciudadano para conseguir ese objetivo y por experiencia sabemos que el cabreo ciudadano no llega a tanto.  Ahora tienen el suficiente poder como para acometer la tarea de hacer política, que es mucho más que liderar el malestar ciudadano y recoger propuestas fruto de la indignación.  Estamos expectantes.
Ha quedado suficientemente claro que hacía falta una fuerza política de centro-derecha. En este mandato electoral el PP con su mayoría aplastante, ha cumplimentado los deseos de su ala más radical: a la crueldad de sus políticas económicas ha añadido las leyes más restrictivas de la democracia para satisfacción de los que pregonaban eso de “ahora se van enterar”. Y nos hemos enterado. La orfandad en que han quedado los electores más moderados ha hecho posible el importante crecimiento de CIUDADANOS que han conseguido 9 parlamentarios en su primera presencia en las elecciones autonómicas, pese al duro ataque que sufrió en la campaña por parte del PP.
En el primer round de este año han quedado claras las posiciones, algunas fijadas con firmeza: que el bipartidismo ha sufrido un ligero golpe pero que los nuevos no logran romper; que la gente está muy cabreada con el PP ; que para muchos electores de izquierda el PSOE sigue siendo una alternativa válida, y que a los nuevos se les va mirar con lupa lo que hagan.
No se nos debe olvidar que, aunque la participación ha sido dos puntos más alta que en 2012, aún queda más de un tercio de la población que no votó. Todavía es mucha la desconfianza hacia  la política.      





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