La gestión de la Mezquita-Catedral
En estos días el alcalde de
Granada, del Partido Popular, ha pedido que parte de la recaudación que obtiene
el Patronato de la Alhambra por la venta de entradas se lo den al Ayuntamiento
para realizar obras de mantenimiento en el barrio morisco.
En Córdoba la Iglesia que
administra la Mezquita-Catedral recauda una ingente cantidad de dinero, nunca
hecho público, con los ingresos por taquilla que se pagan por los visitantes en
concepto de donativo, por tanto libre de impuestos. El Ayuntamiento, también gobernado por el PP,
no sólo no reclama nada a los administradores de la Mezquita-Catedral, sino que
se pone de parte de ellos en las decisiones que toman, aunque sean contrarias a
los intereses de la ciudad, como es suprimir el nombre de Mezquita de los folletos
y de la publicidad.
Dos actitudes diferentes en
dos ciudades gobernadas por el mismo partido, con los monumentos Patrimonio de
la Humanidad más visitados de España y que son motores de sus respectivas
economías.
¿A qué se deben estas actitudes tan distintas ante situaciones similares?
¡Exacto! a que la Alhambra es
de la Junta de Andalucía y la Mezquita-Catedral de la Iglesia, según dicen
ellos. Una vez más el PP ejerce de brazo
político de la jerarquía eclesiástica y protege sus intereses por encima de los
del resto de ciudadanos. En este escenario al Partido Popular le importa un
bledo el interés general de la ciudadanía.
El gobierno de Andalucía ha
ofrecido al Obispo abrir un diálogo sobre la posibilidad de realizar una
gestión conjunta del monumento y se han dado tres meses de plazo. Al Ayuntamiento
esta situación le ha dejado sin sitio en la negociación y esto es muy grave
porque está en juego un asunto de vital importancia para la ciudad. Cuanto
antes el Ayuntamiento debe incorporarse
a estas negociaciones pero para defender los intereses de los ciudadanos y no
los particulares de una institución religiosa. La solución más razonable sería
la creación de un Patronato que gestionara todo lo relacionado con el monumento
donde estuvieran representadas las tres partes con el objetivo principal de
conseguir que los ingresos tuvieran un tratamiento fiscal normalizado y un
destino que beneficiara esencialmente al mantenimiento y mejora del edificio. Nadie
ha puesto en cuestión el uso litúrgico que la Iglesia católica viene realizando desde hace siglos. Lo que se
pretende es que se funcione como hasta ahora pero con total transparencia, suprimiendo
vetos, censuras y sesgos sectarios que vayan en perjuicio de la imagen que debe
tener un monumento declarado Patrimonio de la Humanidad. Puro sentido común.
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