ESTA DERECHA NO ENTIENDE LA DEMOCRACIA

El Gobierno del Partido Popular se propone modificar la Ley Electoral para que en las próximas elecciones municipales los alcaldes sean elegidos directamente por los ciudadanos aunque no obtengan la mayoría absoluta, sólo sería necesario ser cabeza de la lista más votada. Esto evitaría, según el PP, que se formalizaran pactos poselectorales entre el resto de las fuerzas políticas con lo que se conseguiría una mayor gobernabilidad de los Ayuntamientos y se evitarían los casos de corrupción.
A la espera de conocer los detalles de esta propuesta, que aún no se han hecho públicos, conviene hacer algunas reflexiones sobre el asunto.
La acción política en un sistema democrático se basa fundamentalmente en el pacto y en los acuerdos entre los partidos políticos y entre éstos y la sociedad. Las leyes, normas y asuntos de interés, deben ser debatidos, discutidos y enriquecidos entre todos. Esto tiene su razón de ser en que los partidos que no han obtenido la mayoría, pero que también representan a los ciudadanos, puedan aportar sus puntos de vista e introducir modificaciones a las propuestas de la mayoría, siempre sobre la base de la representación conseguida. Es decir, en democracia la ciudadanía es la base fundamental de la política, como está expresado en nuestra Constitución en su artículo 2º.
Basándonos en este principio, si varias fuerzas políticas deciden aliarse para gobernar, con un programa pactado, no sólo es legítimo, sino más democrático porque estarán gobernando en representación de la mayoría de los ciudadanos. Contraviene este principio quien, sin alcanzar la mayoría absoluta, la consigue por el hecho de ser la fuerza más votada, dejando a la mayoría de los ciudadanos sin el legítimo derecho a que sus representantes gobiernen, si así lo acuerdan.
El Partido Popular tiene un serio problema. Al ser el único partido que representa a la derecha en el Estado, le es muy difícil establecer alianzas con otras fuerzas políticas. De ahí que para gobernar tenga que obtener mayorías absolutas, y cuando lo consiguen suelen interpretarlo como poder absoluto, como por desgracia estamos comprobando.
La lógica y los datos desmienten que los gobiernos de coalición sean más corruptos. El hecho de compartir las tareas de gobierno les hace ser más transparentes, por el contrario, un gobierno único tiene más posibilidades de cometer irregularidades y esconderlas a la oposición. Conviene recordar que las dictaduras son los regímenes más corruptos que han existido y existen.
En una democracia, si algo es obligado acordar entre todos son las reglas de juego, y la más importante es la ley electoral. Es impensable que un solo partido se la imponga a los demás porque siempre lo hará en beneficio propio y no pensando en el interés general. A ningún partido con alma democrática se le ocurriría tamaño disparate. Las encuestas sobre la pérdida de sus mayorías absolutas en los principales Ayuntamientos, ha sido lo que ha impulsado al PP a cambiar la Ley, nada importa que sea poco democrático. ¿A qué viene si no esa prisa por cambiar la Ley unos meses antes de celebrarse las elecciones con el rechazo unánime de todas las fuerzas políticas?
No es posible que el PP lleve a cabo el despropósito de intentar sacar adelante una Ley electoral sin apoyo de nadie y antes de la consulta electoral del próximo mayo. Y aunque introduzca modificaciones sobre las disparatadas propuestas que ha dado a conocer, ya no sería creíble para la ciudadanía.
Tal vez sea necesario revisar la Ley Electoral y darle una mayor profundidad democrática, pero eso conlleva un debate profundo y en el marco de reformas más amplias que incluya modificar la Constitución para adaptarla a la nueva realidad de la sociedad española. “Éste es un asunto muy complicado. Hay que hacer las cosas bien y no hacer las cosas mal”, dijo Rajoy en la última reunión del PP, en referencia a la modificación de la Ley Electoral. Pues eso.



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